Memoria visual de una provincia

Apuntes fotográficos autorreferenciales de Tucumán

Otra Niebla

Porque la imagen es otra cosa que un simple corte practicado en el mundo de los aspectos visibles. Es una huella, un rastro, una traza visual del tiempo que quiso tocar, pero también de otros tiempos suplementarios –fatalmente anacrónicos, heterogéneos entre ellos– que no puede, como arte de la memoria, no puede aglutinar. Es ceniza mezclada de varios braseros, más o menos caliente.

Georges–Didi Huberman

Una de las decisiones centrales de un narrador es definir el territorio desde donde se posiciona para ofrecer su mirada. El mismo dilema le acontece al espectador/lector pues debe completar los datos que le faltan llenado estos vacíos con su subjetividad la cual, sin embargo, se halla atravesada por el mundo de los hechos. Aunque no necesariamente entre verdad y mentira, un relato siempre tironea entre la ficción y lo real porque nunca puede ser plenamente verificado. Así, las “verdades” (que no son más que interpretaciones), construyen una segunda realidad determinando con frecuencia formas de representación de la cultura a menudo más eficaces que la vaporosa realidad “real”. En efecto, siempre relativa, la verdad está bajo sospecha; no es un absoluto, sino una parcela de conocimiento que constantemente se perfecciona entre la uniformidad de los discursos que fraguan en los medios masivos de comunicación y se transforman en códigos sociales predigeridos. Todo ha sido filtrado con antelación normalizando el conocimiento. Representación de la representación.
Adentrarse en lo inquietante o en la desavenencia; vislumbrar fisuras a través de las cuales tomar caminos que no nos lleven a Roma; captar matices en donde aparezcan versiones discordantes o verdades alternas son, sin embargo, acciones que conducen a la idea de que es posible abordar al pasado desde una perspectiva flexible que no nos lo ofrezca como algo ciego, completamente extinguido y del que ya no queda nada por modificar. En efecto, de todo lo que sucedió una vez, nada debe considerarse negado para el presente pues los hombres y las mujeres no históricos también hacen cosas históricas y tanto nos guste como si no, el mundo contemporáneo les debe en igual medida que a aquellos a quienes ha colocado en el panteón de los héroes. Una mujer borda, un obrero silva una canción, un joven arroja una piedra contra una vidriera, una familia vela un niño muerto; la vida privada de lo público, como los presagios, las meras conjeturas, las manías, el abundante catálogo de las particularidades individuales inclusive de lo no dicho, también definen el curso de la historia.
Pero un lector/espectador es asimismo un testigo, alguien capaz de dar fe de un acontecimiento sin haber tomado contacto con éste. Esperanzado, perplejo o escéptico mira lo que ha tenido lugar, interpretando más allá de cualquier lectura sistemática porque no puede eludir el asalto no sólo de lo luminoso y evidente, sino también de lo que se halla en sombras. En efecto, si bien sabe que no podrá llegar a los hechos, tiene el consuelo de que les se acercará a través de sus imágenes.
Todo relato es una imagen. Una fotografía es ambas cosas y en tanto experiencia democrática rechaza más categóricamente que otras prácticas artísticas las jerarquías determinadas por las destrezas técnicas o la densidad conceptual de los temas que aborda pues, en la actualidad, tomar fotografías se halla al alcance de cualquiera, lo mismo que la caja, libro, cuaderno, archivo real o virtual que las contiene y que conforma el álbum. Así, el álbum fotográfico es un dispositivo de memoria que elude la tentación teleológica de mirar retrospectivamente como si el pasado se tratara de una sucesión de hechos coherentes y alineados cuyos progresos se verifican conforme se nos van acercando. En su desorden, en su orden aleatorio y subjetivo, el álbum recupera las tensiones al interior de los sucesos, rescatando inconscientemente más que a los grandes gestos, a los restos que a la vera del camino han ido dejando las gentes del común. Sin embargo, no hay en él objetividad posible pues al incorporar las contradicciones, los afectos y las hipótesis privadas del coleccionista, no puede restituir la memoria y transforma en un problema la lógica de las imágenes que alberga. De hecho, en tanto “narrador subjetivo”, el álbum no podría resumir los sucesos sin traicionar su complejidad ya que, aunque nos acerquen a lo colectivo, la suma de pequeñas verdades individuales no necesariamente lo definen. Aún así puede acercarse a lo real, pero sólo en la medida en que asume su destino de expresar lo que no puede ser dicho categórica y ordenadamente; en efecto, el álbum familiar se deja leer de cualquier forma y hay quienes dicen que agregarle una nueva fotografía es un acto de fe en el futuro. Quizás, pero sólo en tanto permite reconstruir lo despedazado ya que aunque el coleccionista no pueda evitar sus simpatías con el vencedor otorgando visibilidad a lo mejor de cada casa, inesperadamente, y por algún resquicio siempre se cuela aquello que se ha dejado de lado. Ante el álbum, a veces el lector/espectador se encuentra con la rara contradicción de no compartir los sucesos que él mismo ha promovido pues la historia siempre plantea el conflicto entre la ética individual y la moral colectiva. El álbum niega la enciclopedia que se pretende universal y objetiva y que, presa de su voluntad de expansión totalizadora, sucumbe sin profundizar y asume que lo autorrefencial, personal y emotivo dominan su repertorio promoviendo el vínculo, acaso promiscuo, con la contingencia, con lo pequeño, con lo vulnerable.
Memoria visual de una provincia. Apuntes fotográficos autorrefenciales de Tucumán es un álbum. Como un libro en blanco cuyas hojas se saturan de instantáneas visuales, literarias, musicales, de autógrafos o de pequeños objetos, este álbum se llena de fotografías. A la manera de la caja de recuerdos familiares, brotan las imágenes del archivo y con ellas los asuntos genéricos de los que quizás discurren, “la ciudad”, “la familia”, “el trabajo”, “las identidades sexuales”, “la mujer”, “los recursos de la fotografía contemporánea” y “la política”, el tema que seguramente los abarca. Muy pronto “la familia” trocó en “la muerte” pues tal como lo observara Griselda Barale, debido a la historia de nuestra provincia la familia tucumana quizás se halle fatalmente atravesada por un clima de pérdida y tragedia. Así, en el mero intento de nominar aquello que constela en las imágenes de este álbum se descubren el deseo de modernidad y los efectos colaterales de la debacle posmoderna contemporánea en el guión de nuestra ciudad; la fotografía como muerte; la cultura del azúcar y sus transformaciones con la casi extinción de la economía doméstica de supervivencia durante el último proceso neoliberal; nuestra desmesurada concepción de la política; el devenir de la representación de lo femenino desde su pasividad sometida hasta su consciente autorreferencialidad vinculada a las luchas por la emancipación o el ingreso triunfal de la fotografía como lenguaje artístico autónomo en la escena local. Posibles relatos entre los relatos posibles que este álbum ofrece y que se imbrican de manera tal que no es viable distinguirlos o jerarquizarlos. Ni el lector/espectador, ni los autores de las imágenes, ni los personajes que en ellas aparecen tienen la capacidad de diferenciarlas: todo es tan real como imaginario porque, como sabemos, las historias de reales difieren de las narraciones pero ello no implica que la ficción no pueda aplicarse a la vida. En su sentido amplio, toda imagen forma parte de la vida antes de desterrarse de su seno para refugiarse en el mundo de las representaciones.
No obstante ello, las imágenes pueden recuperar su perdida vitalidad según los múltiples caminos de la apropiación, uno de los cuales, el álbum fotográfico, aquí proponemos.
Éste no es un libro de respuestas o diagnósticos, sino uno de preguntas. Quienes lo pensamos no lo hicimos porque creamos conocer nuestra historia, lo hicimos para intentar acercarnos a ella. Investigamos una lejanía que se nos resiste.

Carlota Beltrame

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